lunes, 9 de mayo de 2011

Desnudar mi alma



Abrí mis ojos, al despertar de una noche serena y de amor, y percibí que ese día seria diferente. El aroma, el color, el matiz de ese día, me transmitían una sana energía que aumentaba poco a poco mi sensibilidad. Me encontré esa mañana frente a un papel, de un blanco excitante, que provocaba mi pasión de escribir sobre él. Deje mis deseos realizarse y tomando un lápiz comencé:

"Si pudiera descifrar lo que mi alma siente, podría escribir un laberinto de emociones, ambiguas y confrontadas, destacando que llevan un tiempo tratando de organizarse. Sería fácil de todos modos desnudar mi alma, es sencilla, aunque a veces se interprete lo contrario. Esta llena de amor, de recuerdos, de deseos, cada vez que pienso en ella se me viene la pintura de Van Gogh, de el duraznero, ese árbol, con tantas ramas, algunas florecidas, otras no, esos tonos, mezclados, pero cálidos, ese trazo, que tan solo Van Gogh puede lograr, es mi alma, pintada.
Intento dejar al desnudo, lo que soy, y lo que no. Sin querer caer en la esencia humana, es decir, en la de todos. Intento entender y transmitir la subjetividad de mi alma, aquello que sólo esta en mi, y que me pertenece. Que difícil se me hace transcribir sensaciones en letras, aunque es cierto, que el desafío me tienta, al saber que ese es el secreto del poeta. No hay poesía si no se escribe desde el alma, y hablar de ella, hace aún más difícil el escribir.
Cierro los ojos, y respiro tranquila, buscando en mí lo que quiere salir, se duermen mis manos, se relajan mis piernas ¿Cómo transcribo el lenguaje de ella? ¿Cómo explicar lo que produce en mi? Calma, quizás esa  sea la palabra correcta para referirme a ella, eso me hace sentir, calma de saber que estoy evolucionando, que voy perfeccionando poco a poco mis impurezas, que crezco, que florece tal cual como lo hace el duraznero de Van Gogh. 

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